La idea, el proyecto y el fenómeno
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La idea, el proyecto y el fenómeno

Actualizado: 17 ene 2022

Es importante tener presente qué da paso a un nuevo proyecto y cómo esto se relaciona con el resultado final de la experiencia de habítalo.


La idea y del proyecto

El origen de cualquier proyecto es incierto, el momento en que se pensó por primera vez en generar una obra va mucho más allá del propio arquitecto, el ayuntamiento o el cliente. Es sumamente raro el proyecto que tenga un origen determinado, al menos sobre el momento en que se pensó como una necesidad o deseo de hacer algo por primera vez. Aun así, en algunos casos puede acotarse a la generación de un hito en la ciudad como el museo Guggenheim de Bilbao, la necesidad de ampliar las áreas de proyección como en la Cineteca Nacional Siglo XXI. Aunque se quisiera precisar en dónde y cuándo surgió la idea por primera vez, cualquier aproximación lo más certera posible será válida. Teniendo en cuenta que generalmente sobrepasa al arquitecto, a quién probablemente se ha buscado con la necesidad definida.

o Concepción

Ya en manos del proyectista la cuestión es distinta, pues ya estarán establecidos algunos parámetros con los cuales desarrollar ideas, bocetos o anteproyectos. Para él si es posible identificar el punto en que surgen los primeros albores de lo que sería el proyecto. En este punto situado entre la selección del arquitecto y los bocetos, es donde se encuentra la gestación de la esencia del proyecto. Es común ver bocetos que son simplemente líneas, que a pesar de ello son la viva imagen de la futura realidad. Para algunos la idea surge de repente, para otros es un proceso arduo, para otros es simplemente sistemático. Algunos requieren investigación, otros algo que los inspire, otros un evento en su vida. Lo importante para este punto es poder identificar y relacionar con qué más está unido el proyecto. Por ejemplo, en el Jean-Marie Tjibaou Cultural Centre de Renzo Piano, está inspirado en los cestos del lugar, una artesanía que inspiró al arquitecto. Este tipo de relaciones pueden resultar de gran importancia para comprender el porqué del proyecto.

o Siluetas y formas

Para comprender un boceto o grafismo es necesario identificar sus siluetas y formas. Esta es una herramienta constantemente usada por diseñadores, una sola línea puede decir gran cantidad de cosas. O las formas se generan por medio de manchas pueden configurar un espacio. Es por ello que para el estudio se deben tener muy claras las siluetas, formas o figuras por medio de las cuales se pueda expresar un espacio.


Cualidades intencionadas

Las etapas de cualquier proyecto tanto arquitectónico como lumínico se retroalimentan entre sí constantemente. A pesar de poder identificar claramente que son parte de un proceso lineal, en la práctica se va de una a otra constantemente indiferentemente del orden. Es importante mencionar esto ya que algunas partes del proyecto a pesar de estar en las etapas avanzadas, van a regresar a los puntos de partida. Y siempre ha sido así, en el avance del proyecto o construcción se van resolviendo de manera más específica ciertos temas. De manera que a pesar de ya tener una solución es posible volverla a cambiar. Así pues, en esta etapa del proyecto hay una intención, algo que va más allá de la pura idea y se convierte en algo que desea transmitirse, algo que se vivirá en el espacio. Dicha intención puede volver a modificarse ampliarse o suprimirse más adelante y así constantemente.

Sin aventurarse a seguir, es necesario identificar a que se refiere a la intención. El concepto es adoptado de la teoría integrada de la arquitectura antes expuesta. Y puede comprenderse como lo que el arquitecto desea transmitir al percibir la obra por el usuario. Es un paso previo a cualquier cualidad cuantificable. Es apenas una idea aplicada al espacio, desarrollada de forma muy esquemática.


Jerarquía visual

En esta etapa existe ya una previsualización, al menos en el pensamiento del investigador o el arquitecto, sobre las escenas o espacios del edificio. De alguna manera entonces es posible identificar la intensidad, distribución, proporción y orden que configurarán el proyecto. De manera que cada una de las partes que componen la escena global tendrá una ponderación que en relación a los conceptos antes mencionados y por ende determinan su jerarquía. En el capítulo anterior se ha tratado la manera en que los estímulos de dicha jerarquía son parte del proceso perceptual. De manera que en este punto ya es posible estudiar cómo se percibe o ha de percibir un espacio en términos de jerarquía visual. De manera que al asignar o designar una jerarquía se tenga claramente identificado cuál es la expectativa que se tiene. Así mismo, que existe un recorrido visual que se ha de efectuar, el cual afecta directamente la percepción del espacio.


El fenómeno: valoración perceptual

Una vez establecido el concepto abstracto de un futuro proyecto o una obra a analizar ya se tiene una idea analítica de cómo es o ha de ser en la realidad. Ya sea que se pueda valorar el objeto arquitectónico viviéndolo o a través de herramientas de simulación, en este punto se ha de tratar de trabajar con el mayor apego a la realidad, así como con la vida del edificio, su cotidianeidad. De manera que es aquí que se ha de integrar la variable subjetiva de las personas, tanto del arquitecto, el analista y/o los usuarios.


El inmueble y los usuarios

Las características de los visitantes del inmueble determinan en gran medida su valoración. Así pues, un ejecutivo de altas esferas sociales no juzgará de igual manera una biblioteca popular que un edifico corporativo de 53 plantas. Y así debería ser, pues cada género arquitectónico sirve a un determinado grupo de personas. Esto no exime de alcanzar un valor muy alto en cualquier escala. En otras palabras, para comprender un objeto arquitectónico es indispensable ser consiente de cuál es su uso o función y quienes lo habitan. Algunos serán más exclusivos que otros, algunos más privados, algunos más sociales, etc. Teniendo claro esto es posible, en primera instancia valorarse uno mismo, tanto como proyectista o investigador. ¿Conozco a profundidad las funciones que se desarrollan en este edificio? ¿Conozco al tipo de personas que lo habitan? A pesar de que la carrera arquitectura, desde mi punto de vista, es predominantemente humanista, es imposible conocer todos los niveles sociales o económicos. Esto no significa que un encargo no pueda ser el motivo para conocer algo nuevo. En caso de ser, por ejemplo, un arquitecto acostumbrado a proyectar casas de interés medio, si se solicita un edificio para una empresa financiera tendrá que emparentarme con las costumbres que tengan sus usuarios, además de las que ya pueda conocer. Este tipo de personas con las que no se está familiarizado, representarán el principal grupo que valorará el edificio en el uso cotidiano. Lo mismo sucede con las actividades y necesidades al interior.

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